caso nº23: Richard Ramirez

Ricardo Leyva Muñoz Ramírez (El Paso29 de febrero de 1960 - Greenbrae, California7 de junio de 2013),más conocido como Richard Ramirez, también conocido por el apodo de «The Night Stalker» («El acosador nocturno»), fue un asesino en serie estadounidense que mató a 14 personas en la ciudad de Los Ángeles entre los años 1984 y 1985.



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Ramirez fue en su adolescencia un chico problemático: a los 9 años comenzó a robar y más tarde a consumir drogas en Texas, su estado natal. Trabajando en un hotel, solía entrar a las habitaciones para robar a los huéspedes; en una ocasión intentó violar a una mujer que se encontraba sola en su habitación, hecho que fue impedido de forma fortuita por el marido de ésta, quien golpeó a Ramirez, pero el matrimonio más tarde rehusó volver al hotel para ponerse en contacto con la administración, por lo que no se presentaron cargos.
Una vez establecido en Los Ángeles, Ramirez empezó a asesinar, sin pautas concretas, lo cual hacía más difícil su detención: mataba a personas sin importar su sexo, raza, edad o condición. Las armas utilizadas iban desde un bate de béisbol a un puñal, pasando por varios tipos de pistolas. Su modus operandi también oscilaba, ya que podía asesinar de una manera organizada sin dejar pista o matar sin ningún cuidado creyéndose amparado por Satanás, dibujando signos satánicos en las paredes, comiendo en casa de sus víctimas, robándoles el dinero que llevaban encima o dejando las armas homicidas en el lugar del crimen.
Su juego preferido era salir de caza, acompañado por un walkman. Al principio, solo golpeaba y violaba, dejando incluso a la mayoría de sus víctimas con vida, pero después se hizo más sádico. Por ejemplo, mataba a los esposos y violaba a las mujeres y después las mataba (con excepción de dos casos).

Arresto, juicio, condena y muerte

Richard Ramirez fue capturado gracias a su última víctima, la cual sobrevivió al ataque y tuvo la fortaleza, tras ser su marido asesinado y ella violada, de asomarse por la ventana. Vio escapar a Ramirez en una furgoneta Toyota de color naranja, y se lo comunicó a la policía inmediatamente. Casualmente un adolescente, vecino de la víctima, había anotado la matrícula de la furgoneta, puesto que ésta le había parecido sospechosa. La policía localizó la furgoneta y tomaron las huellas dactilares, dando con la ficha policial de Ramirez. La ciudad de Los Ángeles se llenó de carteles con el rostro del «merodeador nocturno», que en aquellos días estaba fuera de la ciudad, ajeno a la orden de caza y captura. A su vuelta, su rostro ocupaba todas las portadas de los periódicos locales. Presa del pánico huyo e intentó sin éxito robar tres vehículos, fue golpeado con una barra de hierro en la persecución y finalmente estuvo a punto de morir linchado. Tuvo que ser la propia policía la que le salvara del linchamiento.
Fue acusado de 14 asesinatos, 5 intentos de asesinato, 9 violaciones (entre las cuales tres fueron a menores), 2 secuestros (solía secuestrar a niños para abandonarlos a cientos de kilómetros de su casa, sólo por el placer de hacerlos sufrir), 4 actos de sodomía, 2 felaciones forzadas, 5 robos y 14 allanamientos de morada. A pesar de estos datos, se estima que actuó en muchas más ocasiones, dado que su modus operandi no era fácilmente identificable y él nunca colaboró con la policía dando datos de sus crímenes.
Finalmente el 3 de octubre de 1989, tras cuatro días de deliberaciones, el jurado votó por la pena de muerte para Richard Ramirez, y el 4 de noviembre fue ratificada la sentencia de 19 penas de muerte la cual se supone se llevaría a cabo en el corredor de la muerte de la cárcel de San Quentin.
En 2009 fue encontrado culpable de la violación y asesinato de una niña de nueve años.
Ramirez murió de insuficiencia hepática en el Hospital General de Marin en Greenbrae, California, en la mañana del 7 de junio de 2013, con 53 años de edad. En el momento de su muerte, Ramirez llevaba más de 23 años condenado a muerte y esperando su ejecución por el estado de California. Dado que su matrimonio se deterioró con los años, Doreen Lioy desapareció y nadie reclamó su cuerpo. Por ello, sus restos fueron incinerados.










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